Pixar no sólo es la mejor de la trilogía técnicamente (lo que es lógico, ya que es la más reciente), sino también desde el punto de vista artístico e incluso personal. Si tuviera hijos, estaría orgulloso de que viesen esta película, porque todos los mensajes que envía me parecen importantísimos. Y no sólo para los peques, las referencias y guiños a otras películas o a otras partes de la saga, y las lecturas entre líneas nos demuestran que no estamos ante un simple producto de entretenimiento para niños, como ya viene demostrando Pixar desde Wall-e o Up. Toy Story 3 es cine en estado puro.RECOMENDACIÓN: NO SIGAS LEYENDO SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA, ¡PERO VUELVE CUANDO LA HAYAS VISTO! Resulta muy sencillo conectar con esos juguetes que corretean sin parar por la pantalla, porque si hemos tenido la suerte de disfrutar de una infancia decente, habremos tenido juguetes y la mera idea de que cobren vida cuando no miramos, no nos resulta nada ajena. ¿Acaso no hablábamos con ellos durante horas? En el triste caso de que no hayamos tenido esa suerte, seguramente sabremos mucho sobre la historia que nos están contando. Una historia sobre el rechazo, el abandono y el amor no correspondido. Así que, a pesar de que sean unos píxeles coloreados, nos metemos de lleno en la historia a los 5 minutos de haber empezado la proyección. Woody y Buzz son los personajes menos interesantes de la historia, los que realmente van dirigidos a los niños. En esta parte ya han alcanzado la completa madurez, han superado sus diferencias y colaboran como líderes del resto de juguetes. Ya no sienten envidia ni compiten entre sí, se apoyan, se respetan y se comprenden mutuamente. Incluso comparten la carga de la soledad del líder. Woody en concreto es el héroe sin vacilaciones, que tiene muy clara su posición en el mundo en todo momento y apenas una sombra de duda sobre el amor de Andy hacia ellos asoma fugazmente. Su único problema es hacer que los demás comprendan que Andy siempre guardará un lugar en su corazón para ellos. Buzz tiene la misión de ayudar a Woody, pero como su relación con Andy no es tan estrecha, busca el amor en otro lugar, y lo encuentra justo al lado, en el personaje de Jessie, la vaquera más valiente al otro lado del Pecas. Su problema es que es muy tímido y no se atreve a declararse, pero el destino jugará a su favor, poniéndolo en modo romántico, en una de las escenas que me hizo llorar de la risa durante todo el tiempo que duró. El resto de juguetes, aunque cada uno tiene su propia personalidad, juegan el mismo papel, como miembros del mismo grupo. Todos tienen miedo de que Andy los rechaze y los tire a la basura. Éste es un miedo común a toda la raza humana, por eso funciona tan bien en la historia. Todos queremos que nos acepten y tenemos miedo a que nos abandonen, igual que los juguetes de Andy. Parece que realmente su felicidad dependa de que Andy los quiera, pero cuando llegan a la guardería Sunnyside y ven ante ellos tantos juguetes y tantos niños dispuestos a jugar con ellos, creen que han encontrado un lugar donde poder ser felices. Así que parece que su felicidad en realidad depende de que alguien los quiera, sea un niño u otro. De hecho, cuando preguntan qué pasará cuando los niños crezcan y les enseñan las fotos de todos los niños que pasaron por allí, se dan cuenta de que no importa que les abandonen, porque otros niños vendrán a ocupar su lugar. Lo que aprendemos de todo esto es que la felicidad no está tanto en ser querido, sino en querer. Querer es lo que da sentido a las vidas de esos juguetes, a pesar de que también sea lo que les expone a que les hagan daño. Pero el riesgo siempre merece la pena, porque incluso cuando uno quiere y le hacen daño, querer es lo que nos hace estar vivos. Lotso es el oso abracitos que no aprendió esa lección. Es el personaje más interesante de la historia, pero el único que no tiene un final feliz. El abandono por parte de su dueña Daisy dejó una herida muy profunda en él, sumiéndolo en la tristeza y el rencor más profundos. Se sintió tan vulnerable y enfadado, que creó una coraza a su alrededor y diseñó un mundo en Sunnyside para protegerse y evitar que volvieran a romperle el corazón. Pero la rabia que sentía por dentro comenzó a cambiarlo, convirtiéndolo en alguien cruel y manipulador, a pesar de seguir sintiéndose dolido y frágil en su fuero interno. Las primeras frases que escuchamos de Lotso nos permiten entrever su amargura: «aquí no volverán a haceros daño», «no sufriréis más», et… Hay un detalle curioso y revelador cuando conoce a Buzz, y le dice que él «abraza mucho», sin embargo, no volverá a dar un abrazo en el resto de película. Es imposible no establecer una conexión con este «villano» y el bebé de mentira que lo acompaña, ya que ambos sufrieron el abandono por parte de Daisy, aunque sólo Lotso fue sustituido por otro oso igual. Quizá el ser sustituido sea aún más duro que el ser abandonado, sobre todo cuando Lotso nunca supo si Daisy sufrió por haberlo perdido y las lágrimas que derramó por él. Nosotros las suponemos, y entendemos que la solución de sus padres sea comprarle otro oso idéntico. Ojo, que esto no funciona igual con seres vivos… El bebé grandullón amigo de Lotso sufrió también el abandono de Daisy, pero al final de la historia se redime y ayuda a los juguetes, arrojando a Lotso a la basura. Este bebé alcanza entonces la paz interior, ya que acepta que su dueña los perdió y entiende que tiene que seguir adelante. En las secuencias del vertedero, de épica comparable a El señor de los anillos de Peter Jackson, Lotso tiene la oportunidad de redimirse también, pero se trata de alguien que ha llegado muy lejos en el dolor, y se encuentra absolutamente dominado por el miedo a que le hagan daño. Así que decide abandonar a los juguetes y huir de regreso a la guardería, para terminar anclado en el radiador de uno de los camiones de basura. Es el destino que aguarda a aquellos que no son capaces de amar de nuevo, que se dejan dominar por el pánico al dolor, que deciden ocultarse tras una armadura que, aunque los protege, también los aísla. Lotso no recibe un final feliz para que nosotros aprendamos esa lección. Al principio comenté que los mensajes que envía esta película son importantísimos, y uno de los que me parecen más imprescindibles (además del de Andy sobre hacerse mayor) nos lo dan los juguetes en el incinerador del vertedero. Abandonados por Lotso a su suerte, después de una lucha titánica por sobrevivir, todos sus esfuerzos resultan en vano y parece que van a morir todos. Por supuesto, nunca dudamos de que en el último momento se salvarán, pero antes tienen tiempo de darnos otra valiosa lección sobre la vida. Jessie mira a Buzz y le suplica que haga algo, pero Buzz comprende que ya nada se puede hacer, así que le ofrece su mano. Jessie comprende también y toma la mano de Buzz, así como el resto de juguetes hacen entre sí. Aceptan la realidad y en lugar de rendirse a la impotencia y la desesperación, deciden enfrentarse a su final de forma digna y valiente, alegrándose de estar rodeados de amigos en los últimos momentos de su existencia. Es cierto que, cuando las luces se apagan, todos morimos solos, pero seguro que tener una mano a la que aferrarse marca una diferencia. ]]>
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